No ha sido un año fácil para nuestra familia y, en estos días, nos hemos tenido que despedir de manera inesperada de Juan Muriel, tutelado por la Fundación TAU desde el año 2002. Son muchas las imágenes que nos vienen al recuerdo pero, sin lugar a dudas, resaltaríamos su cercanía, afecto o amabilidad enmarcadas en una sonrisa permanente; siempre tenía una palabra de agradecimiento y, en nuestras pizarras en la oficina, podríais ver alguna postal remitida por Juan dándonos las gracias por “ser sus tutores”. A los referentes de tutela les reiteraba que “hicieran más visitas” o se “planearan más actividades de ocio” terminando sus frases con un “os quiero mucho”.
La humanidad de Juan no es fácil encontrarla en un mundo como el actual en dónde, los intereses o beneficios en las relaciones afectivas, nos condicionan cada vez con mayor rotundidad; quiso a su entorno con tal honestidad que, esa huella imborrable que todo ser humano deja con su partida, será una referencia para aquellos que nos quedamos aquí.
Descansa en paz amigo; nos vemos pronto.